El verano ya llego.

O por lo menos eso parece en el boquete (a pesar de que la tarde haya estado nublada). Ya hace buen tiempo, la gente va a la playa a broncearse con los primeros rayitos cálidos que da el Sol. Pero nadie se atreve a sacar todavía la ropa de verano.

"Es demasiado pronto, por la noche hace frio", es la excusa más común, pero para eso están las chaquetas y rebecas, para abrigarse levemente por la noche (no nos engañemos, en esta época del año no bajamos de los 15ºC ni en madrugada...). Otra cuestión es no querer enseñar parte de tu anatomía cuando está más blanca que un folio... ¡¡Para eso existen los autobronceadores!! -o los rayos UVA para los pudientes-.

Ahora bien, si sois como yo de los paupérrimos que usan autobroceadores que te regalan en centros comerciales, tened bien claro que aunque la ciencia avance y pasen los años... te seguirán dejando naranja. Algún día podrían inventar uno que te dejara un poquito más rosita, que seguro queda más natural. El segundo peligro de usar estas cremas es el olor propio que tienen. La mia es L'Oreal y al principio parece que huele bien, como toda su gama de productos, pero al pasar un rato... hueles a autobronceador, porque es un olor característico.

Y si es la primera vez que los usáis cuidado con: las arrugas -y no me refiero a las de la cara, sino a tener el brazo estirado hasta que se absorba o los dedos abiertos-, repartir el producto por toda la superficie -sino queda un hueco blanco en mitad de lo naranja que no queda nada cool- y no limpiaros los dedos en alguna zona corporal cuando queden restillos de crema porque acaban quedandose marcados más naranjas que el resto de la piel.